Canterbury, cuentos e Historia en su catedral

¡Cuántos hemos leído los «Cuentos de Canterbury» de Geoffrey Chaucer, pero qué pocos conocemos la historia que se esconde tras una ciudad que ha sido siempre considerada como el símbolo de la desunión entre la Iglesia católica de Inglaterra y la Corona inglesa!
Esta ciudad, una de las más bellas de Inglaterra labró su pasado a base de cuentos, de Historia y de muchas leyendas que quizás tuvieron su origen muchos siglos atrás, allá por el XII, cuando era Thomas Beckett el arzobispo de Canterbury.
«Nunca se interpondrá nadie entre mi Iglesia y yo. No huiré, y quien me busque, me encontrará en la Catedral»
La historia de Thomas Beckett en la catedral de Canterbury
Premonitorias palabras lanzadas al viento por quien había sido hasta ese momento parte importante de la soga que apretaba el cuello de Enrique II, regente en aquellos años en la Corona de Inglaterra.
Consagrado como arzobispo de la ciudad el 3 de junio del año 1163, desde entonces, Thomas Becket comenzó a luchar en pro de los derechos de la Iglesia frente a la corona, reclamando para ellos ciertas exenciones de modo que no fuera aplicable a la Iglesia la jurisdicción civil y que se les permitiera, no sólo elegir a sus propios prelados sino además tener sus propias posesiones. En suma, buscaba una independencia de la Corona inglesa que rápidamente, el rey percibió peligrosa para la soberanía absoluta que pretendía el propio Enrique II.
Para nada sirvieron las Asambleas de Westminter, Clarendon y Northampton que buscaban acercar posturas, pero en suma, reconocer la soberanía real y la dependencia eclesiástica. En los tres casos, Enrique II se encontró frente a frente con la oposición del arzobispo, quien durante unos años hubo de huir a Francia.
Desde territorio galo Becket buscó apoyo papal, y a punto estuvo de conseguir la excomunión del rey inglés de no ser porque éste aceptó finalmente a duras penas el regreso a Inglaterra del arzobispo. Sin embargo, las espadas estaban en alto, y el enfrentamiento entre ambos, absoluto.
Thomas Becket rezaba desde el atrio de la Catedral de Canterbury aquel 29 de diciembre del año 1170, cuando cuatro caballeros normandos penetraron en la iglesia. Espadas en ristre las levantaron y asestaron los golpes fatales sobre el cuerpo de Becket. Fue golpeado y atravesado repetidamente hasta que cayó desangrado, sin vida, a los pies del altar catedralicio.
Lejos de conseguir su propósito de deshacerse de su principal rival, Enrique II fue duramente criticado y Becket pasó a ser considerado como un mártir, que había caído en defensa siempre fiel de sus principios. Tres años más tarde, fue canonizado por el Papa Alejandro III y uno después, en 1174, el propio Enrique II hubo de postrarse ante su tumba en señal de penitencia.
Aquel lugar fue venerado durante muchos años y se convirtió en uno de los principales lugares de peregrinación de media Europa, y aún hoy, sigue siendo uno de los sitios más visitados de toda Inglaterra. No en vano, tras su canonización, Thomas Becket pasó a ser considerado como Santo Tomás de Canterbury y el día de su martirio, cada 29 de diciembre, se sigue celebrando una Eucaristía en el sitio donde cayera.
Canterbury, además, se convirtió con el paso de los años, en la ciudad símbolo de esa separación entre Iglesia y Corona, y tanto fue así, que Enrique VIII, muchos siglos después, mandó desenterrar sus restos, quemarlos, ponerlos en un cañón y dispararlos al viento para que se perdieran para siempre.

Un poco de turismo en Canterbury
Canterbury es una ciudad preciosa que, a pesar de la animación que le otorga el ser una ciudad universitaria, guarda aún ese encanto medieval que le han dado tantos siglos de Historia. St. Margaret Street es su calle principal, la que atraviesa la ciudad y nos lleva hasta los principales sitios que hemos de visitar, como sus muchos museos, y entre ellos, claro está, el de Geoffrey Chaucer, el autor de los Cuentos de Canterbury de tanta fama internacional.
Sin embargo, hay dos cosas que no debéis dejar de hacer en la ciudad. Por un lado, pasearla con tranquilidad, aspirar su aroma, perderse por sus rincones y disfrutar de sus casas con ventanas voladizas, sus calles adoquinadas y sus muchos pubs típicamente ingleses. Por el otro visitar la Catedral, ver su cripta normanda, el altar mayor, la capilla Trinity, o el lugar donde siempre se han nombrado a los Arzobispos de Canterbury, el riquísimo trono de St. Augustine.
Para saber más: Visita a la Catedral de Canterbury.
En la fachada de la Catedral, grabada en piedra, hay también otro pasaje importante de la Historia de Inglaterra: la de la historia de amor entre Catalina de Aragón y Arturo, príncipe de Gales que trágicamente murió prematuramente, justo antes de que Catalina acabara casándose en segundas nupcias y aún virgen, con Enrique VIII.
Son muchas historias, muchos cuentos, sí, muchas leyendas, las que perviven entre sus piedras. Canterbury, ciudad donde pasado y presente entrelazan sus dedos…
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