La epidemia del sudor inglés en Inglaterra

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La enfermedad conocida como sudor inglés, fue una enfermedad altamente contagiosa que afectó a toda Inglaterra durante varias oleadas en los siglos XV y XVI. Nunca antes se habían enfrentado a una enfermedad similar, pues aunque ya habían padecido otras epidemias como la peste, el sudor inglés contaba con otros síntomas, además de tener un desenlace bastante rápido.

Tras estos siglos oscuros en los que el sudor inglés azotó la población inglesa, la misma desapareció como vino, sin dejar rastro y sin volver a surgir desde 1578. Quizá por este motivo no se sepa mucho sobre el origen y la causa de las mismas, aunque lo cierto es que hay diversas hipótesis que la asocian con la gripe o los Hantavirus. Todo ello vendría a causa de las aguas residuales y la falta de higiene de la época, algo que siempre jugaba malas pasadas pues la propagación de los brotes era mucho más rápido.

Era un virus que no atacaba a los bebés ni a los niños pequeños. Sus víctimas solían ser, sobre todo, varones adultos.

Los síntomas de la enfermedad comenzaban con miedo intenso, seguido de escalofríos, dolor de cabeza y cuello, mareos y un gran agotamiento general. Estos primeros síntomas duraban aproximadamente entre media y tres horas. Además, se le unía una gran y excesiva sudoración así como una erupción cutánea.

En las últimas etapas de la enfermedad, el agotamiento aumentaba muchísimo más, provocando así en el enfermo somnolencia e incluso, en algunos casos, convulsiones.

También eran bastante frecuentes las hemorragias nasales.

Los enfermos solían fallecer entre cuatro y doce horas después de manifestar los primeros síntomas, algo que sin duda sitúan estos brotes como un virus bastante letal.

La primera epidemia surgió al final de la guerra de las Dos Rosas. No obstante, uno de los brotes más importantes fue el que azotó al Reino Unido en 1528. Durante este año, el brote viajó hasta Hamburgo, lugar en el que mató a más de un millar de personas en una semana. El mismo brote terminó por saltar a Suiza, a Dinamarca, Suecia y Noruega. Finalmente llegó hasta Lituania, Polonia y Rusia. Lo curioso es que en estos lugares la enfermedad no duró más de unas semana, tiempo suficiente para mermar considerablemente la población. Tras un año, la enfermedad había desaparecido totalmente de Europa y jamás se volvió a saber de ella.

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