La Abadía de Wymondham, el silencio de la magia
Una de las vistas más maravillosas del condado de Norfolk es la que tenemos de su Abadía de Wymondham. Se trata de un inmenso edificio, de la que sólo permanecen las arcadas de la estructura original. Esta abadía normanda se construyó en 1107, y su constructor fue William Albini. Fue realizada para ser priorato benedictino vinculado al Monasterio de Saint Albans.
En 1448 el convento pasó a convertirse en abadía, cerrada casi noventa años más tarde por la Disolución de los Monasterios de Enrique VIII. A raíz de esto la iglesia se convirtió en la iglesia parroquial del pueblo de Wymondham.
Hoy en día sólo podemos contemplar la mitad de lo que fue la abadía original. Su característica más destacada son las dos distintivas torres de la fachada, una a cada extremo del edificio, pero ambas completamente diferentes. En el extremo oriental de la iglesia se pueden ver tesoros y restos de la antigua abadía.
El pórtico norte es la principal entrada de la abadía. Data del mediados del siglo XV y está construido enteramente de piedra. La decoración es riquísima por encima del pórtico.
Una vez dentro nos daremos cuenta del porqué esta iglesia atrae a tantos turistas. La respiración se nos paralizará casi con la luz y el color que se refleja en la gran cantidad de tesoros que contemplaremos. Entre los detalles más excelsos está la pila bautismal de 1440, una estatua gloriosa de la Virgen con el Niño, y una magnífica lámpara de bronce de 1712.
Allá donde miremos hay belleza, pero nada más deslumbrante como el altar de oro. Los trabajos de su construcción se iniciaron en 1913, pero tuvieron que ser pospuestos a consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Volvieron a tomarse de nuevo en 1919, concluyéndose en 1934. La construcción del altar de oro se debió a la aportación generosa de numerosas donaciones. Precisamente se erigió en memoria de los caídos en la Primera Guerra Mundial.
Otro de los grandes atractivos de la abadía es cuando la luz entra con plenitud a través de sus grandes ventanales, iluminando por completo todos sus tesoros, la preciosa piedra de las paredes, la madera pulida y el blanco y negro del suelo. Todo esto respaldado por la impresionante música que se desprende de sus órganos y su espectacular repique de campanas, hace que un instante en esta abadía venga envuelto de un aura místico fascinante.
La Abadía de Wymondham es un maravilloso lugar que debéis descubrir sin duda, y pasar unos momentos de silencio en ella. Desprende una potente serenidad, junto con una atmósfera mágica , sencillamente abrumadora.